Un día después de regresar de un congreso nacional de botánica en el año 2000, me di cuenta que si lo que hacía la gente no lo conocía nunca podría contagiar la importancia de reconocer a la ciencia y sus procesos como una posibilidad de resolver problemas nacionales y personales. A partir de ese momento me comencé a involucrar y profesionalizarme en el campo de la divulgación. Parte fundamental de ese camino fue la Somedicyt, pues era el único lugar en el que podía imaginar una forma diferente de mostrar lo que a mí me parecía importante tomar en cuenta, al tomar decisiones permanentes de vida.
Escuchar no solo a diferentes divulgadores profesionales, sino a investigadores que ya pensaban diferentes caminos para comunicar la ciencia a públicos amplios, fue determinante para elegir esta profesión como motor de vida profesional.